22 abril 2010

El trono europeo




Las crónicas recordarán que la alianza entre españoles, alemanes e italianos consiguió derrotar al poderoso imperio británico liderado por Rooney III, Señor de las tierras del norte, y que tras la sufrida victoria, dicha alianza se disolvió y entre ellos, a los que se unió el inesperado enemigo francés tras una cruenta guerra civil, se disputaron el ansiado trono europeo.


Los españoles cuentan con el más poderoso ejército de los que aún permanecen en pie y entre sus filas se halla el más intrépido guerrero que pisa los campos de batalla, un pequeño y escurridizo argentino, "diestro" en el manejo del arma, terror de las ordenadas filas contrarias. Un ejército experimentado que conoce lo que es saborear las mieles del éxito y que no dudará en atacar en el momento preciso. Pero bien harían en no confiarse pues enfrente tendrán a los ordenados y poderosos legionarios italianos comandados por el general Mourinho, veterano en estas lides, soldado de fortuna que ansía volver a dominar Europa tras el éxito conseguido años atrás con el ejército portugués. La guardia pretoriana del general Mourinho no dudará en aplastar al ejército de Guardiola si éste osa atacar el bastión italiano, entre cuyos muros se esconde, agazapado entre las sombras, esperando su oportunidad, El León Indomable, furioso estilete con ansias de venganza.


La tragedia puede sobrevolar en los campos de batalla, pues allí tomarán parte dos hermanos, uno en cada bando, ambos provenientes de la Argentina que un día lucharon juntos bajo la misma bandera y que hoy son enemigos. De la Casa Milito, uno portando espada, otro alzando su escudo, pueden derramar la misma sangre sobre un suelo que se convertirá en mudo testigo de una dura contienda.


Más al norte se librará otra cruzada en pos de dominar el trono europeo y beber el vino de la victoria en la Copa que se otorga al propietario del trono, ostentoso objeto del cual reza la leyenda que todo lo oye y en ella se queda grabado. Los temidos y salvajes bárbaros, ausentes de grandes empresas durante largo tiempo, se han alzado de nuevo bajo las órdenes de su nuevo general, que no es alemán pero lo parece. Sus dos más temibles guerreros, El holandés errante y El francés de cristal, de quien se duda su compromiso para con el ejército bárbaro, provocan el miedo en toda la vieja Europa. Enfrente tendrán a los franceses, los antaño irreductibles galos, quienes tras dominar su país durante un lustro se vieron sometidos por las novicias tropas de Burdeos, pero tras dirimir en feroz guerra civil la posesión de la corona francesa serán los lyoneses quienes porten la bandera de su patria ante los salvajes bárbaros. Difícil empresa, bien considerado para los galos estará contar entre sus provisiones con varias pociones mágicas.


Dos batallas, dos ganadores y dos perdedores. Los dos triunfadores llegarán al último escenario, al campo de batalla final, los campos del Bernabéu cuyo ejército largo tiempo comandó Europa bajo el liderazgo de Don Alfredo, la Saeta le llamaban, y que años más tarde reconquistó las tierras perdidas bajo la fuerza y el empeño de un joven talentoso llamado Raúl el Grande, y espera su oportunidad para volver a pasear su gloria por el viejo continente bajo la Bandera Real y con su ejército liderado por uno de los más bravos guerreros del nuevo mundo: El Cristiano Portugués.


Allí, en lo más alto de la fortaleza blanca estará el emperador Florentino II el Generoso, testigo del final de la guerra, paciente ante el veredicto definitivo que nombrará al nuevo Rey de la vieja Europa.


Cuatro contendientes, un trono por conquistar.

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